martes, 18 de octubre de 2011

LA SABIDURÍA DE ENEAGRAMA RISO





CAPÍTULO 2



 Entérate de lo que eres, y sé lo que eres.

PINDARO


El actual eneagrama de los tipos de personalidad no procede de una sola fuente. Es un híbrido, una amalgama moderna proveniente de varias tradi­ciones de sabiduría antigua combinadas con la psicología moderna. Diversos autores han especulado sobre sus orígenes, y sus entusiastas han elaborado una buena cantidad de folclore sobre su historia y desarrollo, pero, por des­gracia, gran parte de la información que se transmite es errónea. Muchos autores antiguos atribuían todo el sistema a los maestros sufíes, lo cual aho­ra sabemos que no es así.
Para comprender la historia del eneagrama es necesario distinguir entre su símbolo y los nueve tipos de personalidad. Es cierro que el símbolo del enea­grama es antiguo, tiene unos 2.500 años de antigüedad o más. De igual modo, las ideas que finalmente llevaron al desarrollo de la psicología de los nueve tipos se remonta por lo menos al siglo IV y tal vez a antes. Sin embargo, sólo ha sido en las últimas décadas cuando se han unido estas dos fuentes.
El origen exacto del símbolo del eneagrama se ha perdido para la histo­ria; no sabemos de dónde procede, así como no sabemos quién inventó la rueda ni quién inventó la escritura. Se dice que se originó en Babilonia alre­dedor del año 2500 a. de C., pero hay pocas pruebas fehacientes de que sea así. Muchas de las ideas abstractas relacionadas con el eneagrama, por no de­cir su derivación de la geometría y las matemáticas, sugieren que podría te­ner raíces en el pensamiento griego clásico. Las teorías que subyacen al dia­grama se pueden encontrar en las ideas de Pitágoras, Platón y algunos filósofos neoplatónicos. En todo caso, está claro que forma parte de la tradi­ción occidental que dio origen al judaismo, el cristianismo y el islam, así como a las filosofías hermética y gnóstica, aspectos de las cuales se encuentran en estas tres grandes religiones proféticas.
En todo caso, de lo que no cabe duda es que el responsable de introdu­cir el símbolo del eneagrama en el mundo moderno fue George Ivanovich Gurdjieff. Gurdjieff era armenio-griego nacido alrededor de 1875; de joven se interesó por el conocimiento esotérico y se convenció de que los antiguos habían desarrollado una ciencia completa para transformar la psique huma­na y que ese conocimiento se había perdido después. Junto con un grupo de amigos que compartían su deseo de recuperar esa ciencia perdida de trans­formación humana dedicó la primera parte de su vida a investigar todo tipo de sabiduría antigua que lograba encontrar. Estos amigos formaron un gru­po llamado Buscadores de la Verdad (SAT: Seekers After Truth) y decidieron explorar las diferentes enseñanzas y sistemas de pensamiento cada uno por separado y reunirse periódicamente para comunicarse lo aprendido. Viajaron mucho, visitaron Egipto, Afganistán, Grecia, Persia, India y Tíbet, pasaron periodos en monasterios y santuarios remotos y aprendieron todo lo que pu­dieron acerca de las tradiciones de sabiduría antiguas.
En algún lugar durante sus viajes, posiblemente en Afganistán o Tur­quía, Gurdjieff encontró el símbolo del eneagrama. Después desarrolló su síntesis de lo que él y los demás miembros del grupo habían descubierto. Acabó sus muchos años de investigación justo antes de la Primera Guerra Mundial y comenzó a enseñar en San Petersburgo y Moscú, atrayendo de in­mediato un público entusiasta.
Gurdjieff enseñaba un compendio vasto y complejo de psicología, espi­ritualidad y cosmología cuyo objetivo era ayudar a los alumnos a compren­der su lugar en el Universo y su finalidad en la vida. Gurdjieff también ense­ñaba que el eneagrama era el símbolo principal y más importante de su filosofía. Afirmaba que una persona no comprende algo por completo mien­tras no lo entiende desde el punto de vista del eneagrama, es decir, mientras no sabe colocar correctamente los elementos de un proceso en los puntos co­rrectos del eneagrama, para ver así las partes interdependientes del todo que se sostienen unas a otras. Así pues, el eneagrama que enseñaba Gurdjieff era ame todo un modelo de procesos naturales, no una tipología psicológica.
Gurdjieff explicaba que el símbolo del eneagrama tiene tres partes que representan tres leyes divinas que rigen toda la existencia. La primera de es­tas partes es el círculo, mándala universal usado casi en todas las culturas. El círculo representa la unidad, la totalidad y la unicidad, y simboliza la idea de que Dios es uno, la característica distintiva de las principales religiones occi­dentales: el judaísmo, el cristianismo y el islam.
Dentro del círculo encontramos el siguiente símbolo, el triángulo. En la tradición cristiana, representa la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. De modo similar, la cábala, enseñanza esotérica del judaísmo, afirma que Dios se manifiesta inicialmente en el Universo en forma de tres emanaciones o «esferas», las sefirot (Kéter, Bina y Jojmá), que aparecen en el principal sím­bolo de la cábala, el Árbol de la Vida. En otras religiones también vemos re­flejos de esta idea trinitaria: los budistas hablan de Buda, Dharma y Sangha; los hindúes, de Visnú, Brahma y Siva, y los racistas hablan del Cielo, la Tie­rra y el Hombre.
Es notable cómo casi todas las principales religiones del mundo enseñan que el Universo es una manifestación no de dualidad, como enseña la lógica occidental, sino de trinidad. Nuestra manera habitual de mirar la realidad se basa en pares de opuestos, por ejemplo bueno y malo, blanco y negro, mas­culino y femenino, introvertido y extrovertido, etcétera. Las tradiciones an­tiguas, no obstante, no ven hombre y mujer sino hombre, mujer e hijo/a; las cosas no son blancas o negras sino blancas, negras y grises.
A este fenómeno Gurdjieff lo llamó la «Ley de Tres»; según esta ley todo lo que existe es resultado de la interacción de tres fuerzas (las que sean, en una situación o dimensión dada). Incluso parece que los descubrimientos de la física moderna apoyan esta idea de la Ley de Tres; en la escala subatómica, los átomos están formados por protones, electrones y neutrones, y en lugar de haber cuatro fuerzas fundamentales de la naturaleza, como se creía antes, la física ha descubierto que en realidad sólo hay tres: la fuerza fuerte, la fuer­za débil y el electromagnetismo.


Toma el entendimiento de Oriente y el conocimiento de Occidente y después busca.GURDJIEFF



Acuérdate de ti siempre y en todas partes.

GURDJIEFF

La tercera parte de este símbolo triple es la hexada (la figura cuyo trazo sigue los números 1-4-2-8-5-7). Esta figura simboliza lo que Gurdjieff llamó la «Ley de Siete», que tiene que ver con el proceso y el desarrollo en el tiem­po; afirma que nada es estático, todo se mueve y se convierte en otra cosa. In­cluso las piedras y las estrellas se transforman finalmente. Todo cambia, se re-cicla, evoluciona o se transfiere, aunque de modos legítimos y previsibles según su naturaleza y las fuerzas que actúan sobre ello. Los días de la sema­na, la tabla periódica y la octava de la música occidental se basan en la Ley de Siete.
Uniendo estos tres elementos (círculo, triángulo y hexada) obtenemos el eneagrama. Es un símbolo que representa la integridad de una cosa (el círcu­lo), cómo su identidad resulta de la interacción de tres fuerzas (el triángulo) y cómo evoluciona o cambia con el tiempo (la hexada).


Gurdjieff enseñaba el eneagrama mediante una serie de bailes sagrados, explicaba que debía considerarse un símbolo vivo, dinámico, móvil, no estático. Sin embargo, en ninguno de los escritos publicados de Gurdjieff ni de sus discípulos habla del eneagrama de los tipos de personalidad. Los oríge­nes de ese eneagrama son más recientes y se basan principal­mente en dos fuentes modernas.
La primera es Óscar Ichazo. Igual que Gurdjieff, ya desde muy joven a Ichazo le fascinó el descubrimiento de conoci­mientos perdidos. En su infancia aprovechó su extraordinaria inteligencia para asimilar textos filosóficos y metafísicos de la vasta biblioteca de su tío. Muy joven viajó desde su casa, en Bolivia, a Buenos Aires y después a otras partes del mundo
en busca de sabiduría antigua. Después de viajar por Oriente Medio y otras regiones, regresó a Sudamérica y comenzó a destilar lo que había aprendido.
Ichazo investigó y sintetizó los numerosos elementos del eneagrama has­ta que, a comienzos de los años cincuenta, descubrió la conexión entre el símbolo y los tipos de personalidad. Los nueve tipos que relacionó con el símbolo del eneagrama proceden de una tradición antigua, la de recordar los nueve atributos divinos como se reflejan en la naturaleza humana. Estas ideas comenzaron con los neoplatónicos, si no antes, y aparecieron en las Eneadas de Plotino en el siglo III. Entraron en la tradición cristiana como sus opues­tos: la distorsión de los atributos divinos se convirtió en los siete pecados (o «pasiones») capitales, más otros dos (el miedo y la mentira o engaño).
Común al eneagrama y a los siete pecados capitales es la idea de que si bien los tenemos todos en nosotros, uno en particular aflora una y otra vez; esa es la causa de nuestro desequilibrio y de que quedemos atrapados en el ego. Ichazo exploró las ideas antiguas acerca de los nueve atributos divinos, desde Grecia a los padres del desierto del siglo IV, que fueron los primeros en desarrollar el concepto de los siete pecados capitales, y desde allí pasó a la li­teratura medieval, como en los Cuentos de Canterbury de Chaucer y el «Purgatorio» de Dante.
También exploró la antigua tradición judía de la cábala. Esta enseñanza mística se desarrolló en las comunidades judías de Francia y España entre los siglos XII y XIV de nuestra era, aunque tenía antecedentes en las tradiciones místicas judías antiguas, como también en el gnosticismo y el neoplatonis­mo. Un símbolo fundamental en la filosofía cabalística es el llamado Árbol de la Vida (Etz Hayim), que, a semejanza del eneagrama, contiene las ideas de unidad, trinidad y un proceso de desarrollo que entraña siete partes.
En un relámpago de genialidad, a mediados de los años cincuenta, Icha­zo consiguió situar en la secuencia correcta todo este material sobre el sím­bolo del eneagrama. Sólo entonces se unieron las diferentes corrientes de transmisión para formar la plantilla básica del eneagrama tal como lo cono­cemos hoy.
En 1970, el famoso psiquiatra Claudio Naranjo, que estaba desarrollan­do un programa de terapia gestalt en el Instituto Esalen de Big Sur (Califor­nia), y un buen número de otros pensadores del movimiento de potencial humano, viajaron a Arica (Chile) para estudiar con Ichazo, que dirigía un curso intensivo de 40 días diseñado para conducir a los alumnos a la auto-comprensión. Una de las primeras cosas en su programa era el eneagrama, junto con los nueve tipos o lo que él llamaba «fijaciones del ego».
De inmediato el eneagrama cautivó a un buen número de personas, en particular a Naranjo, que volvió a California y comenzó a enseñarlo junto con otros sistemas psicológicos que había estudiado. Naranjo se interesó en hacer la correspondencia entre los tipos del eneagrama y las categorías psi­quiátricas que él conocía, y comenzó a ampliar los breves esquemas de Icha­zo sobre los tipos. Un método para demostrar la validez del sistema fue reu­nir grupos de personas que se identificaban con un determinado tipo o cuyas categorías psiquiátricas se conocía y entrevistarlas para destacar las similitu­des y adquirir más información. Por ejemplo, reunía a todas las personas de su grupo que tenían personalidad compulsiva-obsesiva para observar cómo correspondían sus reacciones con las descripciones del tipo de personalidad Uno, etcétera.
El método de Naranjo de usar grupos de personas para comprender los tipos no es un tradición oral antigua como se ha afirmado a veces; tampoco el eneagrama de la personalidad proviene de un cuerpo de conocimientos que han llegado hasta nosotros desde una fuente oral. El uso de paneles o grupos comenzó con Naranjo a principios de los años setenta, y es sólo una manera de enseñar e iluminar el eneagrama.
Naranjo empezó a enseñar una primera versión del sistema a grupos particulares de Berkeley (California) y a partir de allí su enseñanza se exten­dió rápidamente. El eneagrama lo enseñaban entusiastas en la zona de la Ba­hía de San Francisco así como en las casas de retiro de los jesuitas por toda Norteamérica, donde uno de nosotros. Don, entonces seminarista jesuita, aprendió la primera versión. A partir del trabajo fundamental de Ichazo y Naranjo, varios otros, entre ellos nosotros, los autores de este libro, hemos desarrollado el eneagrama y descubierto muchas facetas nuevas.
Nuestro trabajo ha consistido principalmente en desarrollar la base psi­cológica de los tipos, redondeando las primeras descripciones muy breves y demostrando cómo el eneagrama está relacionado con otros sistemas psico­lógicos y espirituales. Don siempre ha estado convencido de que mientras no estén completa y correctamente definidas las descripciones de los tipos el eneagrama será de poca utilidad real para nadie, y en realidad sería una fuen­te de mala información y mal orientados intentos de crecimiento.
En 1977 hubo un progreso importante, cuando descubrió los «niveles de desarrollo». Los niveles revelaron las gradaciones de crecimiento y dete­rioro por los que pasa la gente a lo largo de su vida; mostraron qué rasgos y motivaciones van con cada tipo y por qué. En un plano más profundo, indicaron nuestro grado de identificación con la personalidad y nuestra conse­cuente falta de libertad. También subrayó las motivaciones psíquicas de los tipos, de modo distinto a las descripciones impresionistas que predominaban cuando comenzó a trabajar. Desarrolló estas y otras ideas, tales como las co­rrelaciones con otras tipologías psicológicas y presentó sus hallazgos en Personality Types (1987) y Understanding the Enneagram (1990).
Russ se unió a Don en 1991, al principio para ayudarlo a elaborar un cuestionario para identificar el tipo, que finalmente se convirtió en el Riso-Hudson Enneagram Type Indicator (RHETI), y después colaboró en la revi­sión de Personality Types (1996). Russ ha aportado su comprensión y expe­riencia de las tradiciones y prácticas que subyacen a la teoría del eneagrama. Después desarrolló más las ideas presentadas por Don, descubriendo muchas de las estructuras más profundas de los tipos así como muchas de las impli­caciones del sistema para el crecimiento personal. Desde 1991 los dos hemos dirigido talleres y seminarios por todo el mundo y muchas de las percepcio­nes que presentamos en este libro provienen de nuestra experiencia de traba­jar con nuestros alumnos. Tenemos el privilegio de trabajar con personas de todos los continentes habitados y de todas las religiones importantes. Conti­núa sorprendiéndonos e impresionándonos lo universal y lo práctico que es el eneagrama.


 DON RICHARD RISO & RUSS HUDSON
http://eneagramacuartocamino.blogspot.com